sábado, junio 16, 2007

El mítico Bunny




"Uno de estos años la gente va comenzar a hablar de Bunny Berigan de la misma forma en que ahora hablan de Bix Beiderbecke. Y tendrán razón, por supuesto." - Metronome

Roland Bernard “Bunny” Berigan, nacido en 1909, fue sin duda el mayor trompetista blanco de la era del swing. Nacido bajo el signo de la autodestrucción, como Bix Beiderbecke, Billie Holiday, o Lester Young, por nombrar algunos, su vida también fue efímera y tormentosa como la de aquellos. De imponente presencia –medía cerca de dos metros- su potencia física se transmitía a su instrumento, con su enorme registro... “Pero sobre todo tenía ‘corazón’ -esa elusiva cualidad que los músicos llaman feeling o soul. Bunny nos dio la clase de música que hacía porque esa era la clase de músico que realmente era; expresándose completamente con su instrumento, sin fallar.", como afirmó una publicación después de su muerte.

También se afirmaba que aunque fue un gran músico, era también un hombre que nunca se las arregló para encontrarse a sí mismo y que tampoco fue completamente feliz con los resultados de su trabajo. Las oportunidades le llegaban por docenas -trabajo en el cine, contratos de grabación, actuaciones especiales, su propia banda- sin embargo parecía que las descartaba deliberadamente o las dejaba pasar. Para sus amigos, Berigan era una persona deleitosamente amigable y siempre humana, sin embargo estaba agudamente consciente de sus propias debilidades y nunca parecía estar dispuesto -o deseoso- de auto adaptarse a los muchos vaivenes del negocio musical.

Manifestaba Richard M. Sudhalter, crítico de jazz, que en términos de exigencia física sobre el ejecutante, se dice que la trompeta es el más recio de todos los instrumentos de viento. Requiere fuerza, elasticidad, la infalible participación de cada músculo del cuerpo. Golpea el interior de la cabeza con presiones de otra manera solamente encontradas por los buzos de profundidad. Y es absolutamente implacable: Un pianista de regreso al teclado después de unos cuantos días de ausencia, puede sentirse falto de práctica, endurecido. Un trompetista cogiendo su instrumento después de un descanso semejante puede sonar -y sentirse- como un principiante.

No es de maravillarse entonces que tan pocos de los grandes trompetistas del jazz hayan aspirado y alcanzado algo como una estatura heroica. No es accidental que el estilo solístico inicial desarrollado por Louis Armstrong en los veintes, fuera resonancia de los floreos de la bravura de los tenores de la opera -y que Louis Armstrong, en años posteriores, se regocijara entrando en calor repasando el Intermezzo de Cavalleria Rusticana, de Mascagni. Todo se encuentra en la naturaleza del instrumento: los largos, abovedados arcos de la melodía, las declamatorias declaraciones llevadas al majestuoso clímax de las notas altas -toda una proeza de resistencia y vigor.

Con un abono físico de esa magnitud, deviene ese nivel de imaginación lírica, intensidad emotiva y sentido del drama, que van a tener que ser igualmente tan duraderos como la vida. Y así fue, más allá de toda discusión, en el caso de Bunny Berigan.

Estuvo a la exposición pública escasamente 10 años, empezando con la depresión y acabando antes del fin de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, su propia maravilla vive brillantemente en el recuerdo de quienes lo oyeron y especialmente, como en el caso de Joe Dixon, en aquellos que lo oyeron y tocaron junto a él.

"Se puede hablar acerca de una cosa u otra. Gran tono, hermosamente claro, extensión, fuerza -y seguro, es parte de ello," dijo, andando a tientas en busca del elusivo, encapsulado pensamiento. "Pero solamente es parte de ello. Es difícil describirlo, pero su sonido parecía, bien, volar. Si tenía que tocar la conducción, toda la banda volaría con él, con o sin la sección rítmica. Había drama en lo que hacía. Tenía esa habilidad, como Louis Armstrong, para hacer un tema de su propiedad. Pero al fin de cuentas, eso no dice nada. Tenía que oírsele, eso es todo."

Y así viene aquello del pulso, del ritmo, enloquecedoras palabras que bien podrían haber sido su epitafio y el de Bix Beiderbecke, antes que él, ambos extraordinarios, ambos desaparecidos demasiado pronto. Tenía que habérsele oído, se tenía que haber estado allí. Debió haberlo oído, todos se referían con igual fervor, fanáticos, admiradores y quizá, la mayoría de todos, impresionados colegas.

George "Pee Wee" Erwin, heredó el asiento de solista de Benny en la sección de bronces de la orquesta de Tommy Dorsey, justo después de grabar Marie, que con el sobresaliente estribillo de Berigan se convirtió en un éxito. "Tommy y Eli Oberstein, supervisor de grabaciones de la RCA, querían otro tema, hecho con la misma fórmula," Erwin recordaba. "De manera que fuimos a grabar Who en la misma forma, conmigo tomando un coro completo después del vocalista Jack Leonard.

Cuando llegamos allí, pregunté a Freddy, el ingeniero de grabación, dónde se había parado Bunny cuando tocó ese solo en un micrófono RCA 44-ribbon. Me señaló un punto aproximadamente a diez metros del micrófono. ¡Diez metros! Bien, cuando grabamos Who, me paré aproximadamente a 5 metros de distancia -¡Y yo era reconocido en esos días como un trompetista de gran tono!

"No podría Ud. nunca apreciar completamente el sonido y la fuerza que tenía, a menos que estuviera parado frente a su instrumento y lo oyera", decía Erwin.

"Atacaba una nota y sería exactamente como un cañonazo. No estoy hablando del volumen. Era un sonido de cuerpo absoluto. Usaba una boquilla Bach # 7, que es relativamente profunda -en otras palabras, era un hombre endiabladamente fuerte."

Todo está muy bien, pero nada de eso indica en qué constituía la magia. Hablando de trompetistas de swing, Manny Klein tenía un control cercano a la perfección en todos los registros, también. Podía trinar con los labios las altas notas exactamente tan expertamente como Berigan. Roy Eldridge era un equilibrista más temerario, desbordante y acrobático, dando veloces giros con su trompeta como un clarinetista; Sonny Durham, solista con la orquesta Casa Loma, tenía una especie de sentido de alto drama; Harry James podía generar irresistibles corrientes rítmicas y su compañero de sección en la banda de Goodman, Ziggy Elman, manejaba el volumen tanto en lo solos como en la conducción. Henry "Red" Allen, era probablemente más creativo, Red Stewart más desinhibido, Cootie Williams, en sus momentos de trompeta abierta, al menos, igualmente majestuoso.

Sin embargo Berigan permanece único y al menos, el comienzo de una explicación regresa a Louis Armstrong, inspiración para Bunny como para todo el resto. Escójase una grabación al azar, quizá la Okeh de 1929 When You're Smiling. Colóquela justo en el lugar donde comienza su estribillo final y escuche, mientras toca el tema, perfectamente simple... libre de adornos y vuelos o deslumbramientos técnicos o fantásticos. Solamente la melodía, ancha y elevada, muy operística -en un tiempo lento, sin embargo imponente.

El resultado, por ejecución y efecto en el oyente, es una especie de aria de jazz, su impacto en la intensidad con que el instrumento es tocado, la fuerza emotiva del sonido saliendo por el parlante. Y cuando Louis alcanza al final su agudo Fa... "todo el mundo te sonríe," es una sorpresa por las emociones, casi demasiadas a la vez. La copa se desborda... una densidad que no puede ser explicada solamente en términos de tono o técnica.

Más allá de los demás, parece que Benny había heredado la fuerza emotiva de Louis Armstrong -o tenerla dentro de sí desde el comienzo.

Y Louis, obviamente lo reconocía. Preguntado por la revista Down Beat para escoger sus favoritos en su instrumento, sentenció: " citaré primero a mi muchacho Bunny Berigan. Ahora hay un muchacho a quien siempre he admirado por su tono, alma, técnica, su sentido del y todo. Para mi Bunny no puede errar en la música."

Cuando Berigan llegó a Nueva York a comienzos de los treinta, pocos "bronces" blancos emulaban a Armstrong. Tommy Dorsey que en esos días doblaba regularmente en trompeta, traía al instrumento agudo una intensa, punzante aproximación parecida a Louis, completamente diferente a su ejecución "sin costuras" en trombón. Su largo solo en Hot Heels, con un grupo bajo el nombre de Eddie Lang, era un indisimulado saludo al King of The Zulus de Armstrong.

Pero eran voces aisladas. La mayoría de los trompetistas todavía se esforzaban en imitar el sonido de clarín de Bix Beiderbecke y la tajante, clara ejecución de Red Nichols. El joven Jim Maxwell, criado en Los Ángeles, que hacía novillos en la escuela secundaria, un par de tardes por semana, para escuchar a Berigan por radio, encontró la diferencia inmediatamente.

"Nunca oí a nadie tocar tan líricamente," dijo el veterano trompetista, igualmente respetado por su recia conducción y por su solismo inspirado en Armstrong. "Era enorme como Louis, pero mas suelto. Armstrong en ese punto se inclinaba por un estilo angular, más rígido. Bunny tocaba esos hermosos solos líquidos. Tan fluidos.

"Para 1934, Bunny Berigan había empezado a tener una enorme influencia en los trompetistas, particularmente en los jóvenes trompetistas blancos. Había alguien que tocaba con sentimiento diferente, pero no era negro…”

"Sentía que Bunny era uno de esos primeros puentes, sacando lo racial de la música y tocando sólo música," Decía Maxwell. "Tenía el más espléndido sonido y ese hermoso vibrato... todo lo que tocaba tenía planteamiento. Era como una melodía, aún si contuviera un montón de notas. ..."

Las apasionadas contribuciones de Bunny a las grabaciones de Benny Goodman como King Porter Stomp y Sometimes I'm Happy, las convirtieron de inmediato en clásicos, como fue el caso de Marie y Song Of India, con Dorsey.

Esto, sumado a una victoria arrolladora en la categoría de "Hot trumpet" en la votación de lectores de la revista Metronome de 1936- y las exigencias de amigos como Tommy Dorsey, lo convencieron que debería estar al frente de su propia banda y no en la sección de bronces de alguna otra.

Y así fue. La nueva banda Berigan que empezó grabando para Victor en 1937 era joven, llena de energías y para un hombre que adoraban, Bunny. "No era una banda muy disciplinada al comienzo," decía Joe Dixon, quien como Lipkins y el saxofonista Clyde Rounds, habían dejado a Tommy Dorsey para juntarse a Berigan.

"Pero el impulso lo compensaba. Era la clase de cosa difícil de describir. Quizá las divisiones del general George Patton, lo tuvieron durante la Segunda Guerra Mundial. Era un sentimiento de orgullo de grupo, de espíritu."

El verdadero problema desde el comienzo fue el liderazgo -o la carencia de él - Aún antes de su afición a la bebida, siempre un factor, comenzó por exigirle esfuerzo y Berigan empezaba a tener problemas con el rol de conductor de orquesta. "Había sido un maravilloso músico de acompañamiento," decía el baterista Johnny Blowers, "y de alguna manera, permanecía como tal, nunca como líder en el estricto sentido de la palabra. Tommy Dorsey, por ejemplo, era muchísimo más un hombre de negocios, Benny Goodman también. Pero no Bunny. El era muy perezoso para los negocios”.

"Bunny realmente sólo quería tocar, beber y gustar de la vida. El fin de los negocios no era una cosa que le concerniera mayormente, aún cuando debió haberlo sido. Era un muchacho divertido, no del todo disciplinado."

El escritor británico de jazz Albert McCarthy fija bien la situación en su capítulo sobre Berigan, en Big Band Jazz: "Tener una gran banda unida y mantener alto los patrones musicales es una tarea ardua, es notorio que la mayoría de los líderes verdaderamente exitosos de la era del swing fueron hombres con un elemento de acero en sus almas. Tommy Dorsey, Benny Goodman y Jimmie Lunceford, para nombrar solo tres, eran conocidos como estrictos disciplinarios, algo que Berigan palpablemente, no era."

"Si Bunny quería mostrar cómo debiera ir determinado pasaje," decía el contrabajista Arnold Fishkind, "lo haría él mismo. Tocaba su solo de jazz y cuando se necesitara salir de un coro, iba atrás a pararse con los trompetistas tocando la conducción -lo que era sensacional, porque nadie podía tocar la primera trompeta como lo hacía él. Estaría diciendo, en efecto, ‘ésta es la forma de hacerlo, de manera que, hagámoslo’ Como maestro no lo era del todo, pero era un gran ejecutante."

Y también estaba en su abono, su presencia, un magnetismo, reforzado por la apariencia de ídolo popular. De pie, varios centímetros por encima del metro y ochenta y constituido como un atleta, indudablemente generaba una especie de magia. "Mire," decía Joe Bushkin. “Si pudiera Ud. haberlo visto allí en el escenario, en un traje blanco, con su cabello rubio y penetrantes ojos grises, sosteniendo esa brillante trompeta dorada- bien, si eso no le impactaba cuando empezaba a tocar, ya no hay nada que pudiera impresionarle.”

Para fines de 1937 Berigan era algo así como una estrella, gracias al éxito de su grabación Victor de 12" I Can't Get Started. Sin embargo la banda continuaba teniendo dificultades para arribar a un trabajo estable. Historias sobre la informalidad personal y épicos encuentros de bebida habían circulado y dejado nerviosos a los agentes musicales, reacios a tomar la oportunidad de contratarlo para la serie de prestigiosos locales donde la banda podía ser oída por más de un día o dos, al mismo tiempo. La alternativa fue una eternidad de actuaciones de una sola noche, que la mayor parte del tiempo generaba poco más que fatiga -y conducía a más bebida.

El problema había estado allí desde el comienzo. Manny Klein recordaba haber compartido partituras con Berigan en muchas de las citas de radio o grabación, a comienzos de los treinta, "nunca se sabía si Bunny iba a presentarse y en que forma. Cuando se presentaba y estaba bien, era, con mucho para mí, el mejor trompetista de jazz de la época, mejor que cualquiera. Completamente estable.”

“Tan pronto como 1938”, decía Joe Dixon, “el doctor de Bunny, el Dr. Goldberg, le estaba diciendo que tenía cirrosis hepática y que si no paraba de beber no duraría mucho. Yo conducía su gran Chrysler Imperial de vez en cuando, con él sentado en el asiento trasero y algunas veces despertaba del sueño mortal, transpirado e histérico y tenía que dirigirme al bar o licorería más cercanos para conseguir algo de brandy. Tenía que sorber por lo menos medio litro, antes que se calmara."

De alguna forma la banda se las arregló para mantener su programa de trabajo. "Nunca perdimos citas", decía Johnny Blowers. "Llegábamos tarde a las citas, pero nunca las perdimos. Si comenzábamos media hora tarde, tocábamos media o una hora más. A todos en esa banda les gustaba tocar y de vez en cuando, tocábamos en condiciones bastante difíciles."

. Un amigo de Berigan contaba que tres días antes de su muerte, mientras tocaba en una cita en Norfolk, se le solicitó su gran tema: I Can't Get Started. "Damas y caballeros", dijo Bunny dando un paso hacia el micrófono, "intentaré tocarlo para Uds., pero recuerden, si fallo será por culpa vuestra."

"Bunny no falló," el amigo continuó. "Cuando apuntó su trompeta al cielo y tocó un perfecto Mi Bemol sobre un Do, la multitud se levantó de sus asientos en una tremenda rueda de aplausos que duró cinco minutos". El aplauso que Bunny recibió esa noche fue casi el último que volvería a oír. Bunny murió pocos días después. Contaba con 31 años.

Carlos Alberto 16/06/2007

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