jueves, diciembre 25, 2008

Las Leyendas del Blues


John Lee Hooker (1917-2001) Fue querido en el mundo entero como el rey del boogie interminable, una genuina superestrella del blues cuyo hábito de hipnótica rutina monocorde era al mismo tiempo ultra primitivo e intemporal. Pero John Lee Hooker grabó en muchos más grandes estilos que aquel a lo largo de una carrera que se extendió por más de medio siglo.

“Hook”, como se le llamaba, fue el nativo de Mississippi que se convirtió en el máximo caballero del circuito de blues de Detroit en los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. Las semillas del sonido de su guitarra cacofónica y sombría fueron sembrados por su padrastro, Will Moore, cuando Hooker se encontraba en su adolescencia. Hooker había estado cantando espirituales antes de eso, pero los blues lo retuvieron y simplemente no lo dejaron ir. Visitantes nocturnos, dejaron también su marca en su juventud: leyendas como Blind Lemon Jefferson, Charley Patton y Blind Blake, quienes conocían a Moore.

Hooker oyó el llamado de Memphis cuando todavía era adolescente, pero no podía adentrarse mucho allí. De manera que se ubicó en Cincinnati, por un término de siete años, antes de realizar la gran movida a Motor City en 1943. Los trabajos eran abundantes allí pero Hooker se alejó de sus compromisos diarios en aras de tocar en su única marca de libre estilo de blues. El creciente escenario a lo largo de la calle Hastings no le restó oportunidades en ninguna forma.

En 1948, el aspirante a bluesman se conectó con el empresario Bernie Besman, quien lo ayudó a asegurar su debut como solista en sus lados Sally Mae y en su lucrativo e influyente Boogie Chillen. Este era blues tan primitivo como ninguno en el mercado, la expresión vocal “rumiada” y sombría de Hooker, estaba respaldada solamente por el propio sonido vibrante de su guitarra fuertemente amplificada y con la pulsación insistente de sus pies. Los esfuerzos fueron rápidamente recompensados. El sello Modern Records, basado en Los Ángeles emitió los lados y Boogie Chillen, un colorido y único bosquejo de la escena blusística de Detroit, realizó una imaginaria excursión al mismísimo pico de las listas de R&B.

Modern lanzó tras eso varios más éxitos mayores por ‘The Boogie Man’: Hobo Blues y su liviano Hoogie Boogie, crudo como una herida abierta; Crawling King Snake Blues (los tres muy exitosos en 1949), y el desacostumbrado, cumbre de listas, de 1951 I’m In The Mood, donde Hooker dobla su voz tres veces en un crudo temprano intento en el multi-tracking.

Pero Hooker, jamás permitió que algo tan significativo como un contrato, le impidiera hacer grabaciones para otros sellos. Su temprano catálogo se extiende a lo largo como un mapa de caminos de disqueras, tan complejo que es casi imposible comprenderlo completamente (una vasta colección de grabaciones iguales con nombres distintos no hacen las cosas nada fáciles).

Una vez atado a los discos Vee-Jay, el rudo e estrepitoso sonido de las grabaciones de Hooker, solo o en dúo, fue adaptado a un formato de banda. Hooker había grabado antes con varios combos a lo largo del camino, pero nunca con acompañantes tan versátiles y comprometidos como el guitarrista Eddie Taylor y el armonicista Jimmy Reed, quienes lo respaldaron en su cita inicial con Vee-Jay que produjo Time is Marching y la siguiente superflua secuela Mambo Chillun.

Taylor permaneció para la sesión de 1956 que logró dos genuinos clásicos de Hooker, Baby Lee y Dimples, permaneciendo siempre claramente anclado a la sección rítmica (el sentido del tiempo de Hooker era suyo y solamente suyo, demandando acompañantes de buen oído) cuando el Boogie Man hizo su regreso a las listas de R&B en 1958 con I Love You Honey.

Vee-Jay presentó a Hooker en una completa colección de escenarios durante comienzos de los sesentas. Su blues rudo y demoledor No Shoes, probó ser un sorprendentemente considerable hit en 1960, mientras el tempestuoso Boom Boom, el top seller para la firma en 1962 (que finalmente literalmente rompió las ondas sonoras populares), era un infeccioso numero de baile de R&B en el que destacaba un respaldo vocal femenino altamente perturbador (supuestamente por las Vandellas) con estructuras totalmente obstinadas que restringían a Hooker despiadadamente.

Bandas británicas de blues como los Animals y los Yardbirds idolatraron a Hooker durante comienzos de los sesentas. Los muchachos de Eric Burdon cortaron un convincente álbum de Boom Boom que sobrepasó en ventas al original de Hooker en las listas populares de Norteamérica. Hooker visitó Europa en 1962 bajo los auspicios del primer American Folk Blues Festival, dejando las grabaciones populares para consumo extranjero, Let’s Make It y Shake it Baby.

De regreso a casa, Hooker aportó gemas para Vee-Jay a lo largo de 1964: Big Legs, Tight Skirt, uno de sus últimos ofrecimientos para el logo, que fue también uno de sus mejores, antes de sufrir otra extensa vuelta de saltos de sello en sello, excepto que esta vez estaba grabando LPs íntegros en vez de dispersos 78s. Verve-Folkways, Impulse, Chess, y BluesWay lo comprometieron en grabaciones entre 1965-1966 solamente. Su reputación entre los conocedores hip rock, en estados Unidos y en el exterior, crecía exponencialmente, especialmente después que se asociara con los blues-rockers Canned Heat, para el album vendido masivamente Hooker ‘n’ Heat, en 1970.

Eventualmente, sin embargo, la inacabable fórmula boogie crecía increíblemente inactiva. Mucho de la producción de Hooker de los setentas lo encontraban relajado mientras las lentas secciones rítmicas de raíces de rock asumían gran parte de la carga laboral. Un rol pequeño en el film de 1980 de los Blue Brothers fue bienvenido, aunque demasiado corto.

Pero Hooker no estaba acabado; no por un largo tiempo. Con la experta ayuda del guitarrista slide y extraordinario productor Roy Rogers, el Hook grabó The Healer, un álbum que marcó el primero de sus álbumes plagado de estrellas huéspedes (Carlos Santana, Bonnie Raitt, y Robert Cray estaban entre las luminarias que desfilaban en el disco que obtuvo un Grammy).

Etiquetas mayores empezaron a tomar nota de la creciente demanda por las grabaciones de blues, y Pointblank cogió a Hooker inteligentemente, para lanzar Mr. Lucky (esta vez haciendo pareja con todo el mundo desde Albert Collins y John Hammond, hasta Van Morrison y Keith Richards). Una vez más, Hooker descansaba sobre sus laureles permitiendo a sus huéspedes luchar arduamente para apartarlo de las luminarias dentro de su propio álbum; pero para entonces, ya había ganado. Pronto siguió otro conjunto Pointblank: Boom Boom.

Placenteramente, Hooker disfrutó de una buena vida a lo largo de los noventas. Pasó gran parte del tiempo en el semi retiro, repartiendo su tiempo de relax entre las varias casas adquiridas en el centro y en las afueras de la costa californiana. Cuando llegó la verdadera oferta, aunque la tomó, incluía un sorprendente comercial de TV para Pepsi También se mantuvo grabando lanzando esforzadas grabaciones plagadas de estrellas como Chill out de 1995 y Don’t Look Back, de 1997. Todo esto le ayudó a mantener su status de leyenda viviente, permaneciendo como un icono musical norteamericano, y su estatura no estaba nada disminuida al momento de su muerte de causas naturales el 21 de junio del 2001.


Carlos Alberto 25/12/2008

1 comentario:

badankaelber dijo...

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