Jammin’ The Blues
Jammin’ the Blues es un cortometraje en el cual varios prominentes músicos de jazz se reunieron para una jam session raramente filmada. Destacaban los saxofonistas tenor, Lester Young e Illinois Jacquet, el trompetista Harry “Sweets” Edison, los bateristas Jo Jones y Sid Catlett, el contrabajista Red Callender, y el guitarrista Barney Kessel, entre los más notables. La película fue dirigida por el cineasta albanés Gjon Mili y producida por Norman Granz.
En 1945 la película fue nominada al Oscar, como el mejor corto metraje en un solo rollo y, medio siglo después, fue seleccionada para su conservación en el National Film Registry, por la National Film Preservation Board, de Estados Unidos, en 1995.
Anecdóticamente se dice que durante la filmación del corto, los artistas Bette Davis y Humphrey Bogart, hicieron una visita al set, observando la filmación (al oír que algo grande estaba ocurriendo). De acuerdo a uno de los músicos, Bogart se acercó a él y le preguntó: “¿Se le está pagando bien por esto? ¡Si no es así debería declararse en huelga!”
Se dice también que Barney Kessel, el único músico blanco en la filmación, permaneció sentado a la sombra para ocultar el color de su piel, y para los efectos de closeups, sus manos fueron teñidas con jugo de moras. Eran las épocas del más manifiesto racismo
El film sigue suscitando hasta la actualidad, los más fervorosos comentarios de no solamente los aficionados al jazz, a la música o al cine en sí mismo, sino por ser también una afirmación artística y cultural de una de las esencias, sino la mayor del jazz, la improvisación, que se manifiesta en todo su esplendor en este corto metraje merecidamente famoso. A nuestro criterio, solamente algo que se le acerca en este sentido fílmico, aunque no se trate de una jam session, ni contenga igual fuerza interpretativa, es la grabación televisiva de CBS de Fine and Mellow, de 1957, en The Seven Lovely Arts, The Sound Of Jazz, en la que intervienen Billie Holiday, Lester Young, Ben Webster, Gerry Mulligan, Coleman Hawkins, Roy Eldridge, Danny Barker, etc., en una de sus versiones. Coincidentemente también, aquí aparecer el único músico blanco: Gerry Mulligan.
Sin embargo, algo notable había ocurrido en el trascurso de esa década. En el film se observan escenas de bailarines de jive, baile de moda en la época, pero ya para el tiempo de la segunda interpretación el jazz se había convertido para siempre, sin perder sus esencias, en música de escucha. Fue el resultado de la guerra.
Un comentarista dice. Respecto a Jammin’ the blues: “lo que es difícil de comprender es ¿por qué no hacen más cortos musicales como este? ¿No está la belleza totalmente aparente en todos los implicados? Creo que no. Muchos cortos fueron hechos solamente por razones comerciales, y con un poco de suerte habrá algo de valor artístico. Este corto es una excepción - ¿la única? Parecen que fueron los directores los que tuvieron una visión y pudieron apreciar claramente la música como arte. ¿Por qué nadie nunca pensó filmar a Lester o a Charlie Parker en una reunión en vivo? …”
Pero en el jazz existen muchos ejemplos que se pueden citar de “clásicos” que permanecen para la posteridad, Olvida este comentarista, por citar un ejemplo aunque no fílmico, los grandes duelos saxofonísticos entre Dexter Gordon y el trágicamente desaparecido *Wardell Gray en The Chase a comienzos de los cincuentas. Todos ejemplos del gran jazz de todos los tiempos, que deberían ser escuchados por las nuevas generaciones. El jazz es esencialmente musical, no visual y ¿cómo se aprende? Escuchando, escuchando, escuchando…, como decía Coltrane.
*Wardell Gray que fue una inspiración a finales de los cuarentas para algunos jóvenes músicos debido a su oposición al uso de drogas, irónicamente se vio en vuelto en el tema y murió misteriosamente en Las Vegas en 1955, a la edad de 34 años. Toda una promesa.
Carlos Alberto 31/10/2008
No hay comentarios.:
Publicar un comentario