miércoles, junio 11, 2008

El Clarinete en el Jazz – Parte X – Benny Goodman





“Benny Goodman estableció un nivel de calidad que nunca ha sido sobrepasado y probablemente nunca lo será. Noventa y nueve de cada cien proyectos de clarinetista intentará primero sonar como él."

Kenny Davern

Aunque Helen Oakley Dance nunca tocó un instrumento, sus contribuciones como promotora historiadora y productora musical fueron tan importantes como las de cualquier otro músico. Helen, de origen canadiense, se convirtió en una amiga de la familia Goodman cuando estuvo en Chicago en los años treintas. Como presidenta del Chicago Rhythm Club persuadió a Goodman para que presentara a Teddy Wilson tocando públicamente con el trío por primera vez. Luego, estuvo dispuesta a persuadir a Duke Ellington para que permitiera que sus tres estrellas mayores, (Johnny Hodges, Cootie Williams y Harry Carney) tocaran con Benny en el concierto del Carnegie Hall de 1938. Su libro, Stormy Monday (L.S.U. Press), fue publicado en 1987. Quien no entonces con más autoridad para darnos una reseña biográfica de Benny Goodman.

Benny Goodman nació en Chicago el 30 de mayo de 1909, un hecho que tiene una gran relación en su trascendente carrera en el jazz. Nació, sin lugar a dudas, en el momento y el lugar correctos, porque la ciudad se había convertido virtualmente en la capital de jazz del mundo cuando él estaba en su adolescencia. Muchos de los grandes exponentes musicales se habían mudado al norte desde Nueva Orleáns y otros habían gravitado allí, aún fuera por instinto. Fue en Chicago que los estilos tomaron forma y éstos desarrollaron lo que fuera a dominar el jazz en los '20 y '30. Como dijera su hermano el trompetista Freddy varios años más tarde, "Benny puede haber embellecido el jazz, pero en lo que concierne a éste, su lenguaje era el de la clase definida por Louis Armstrong, Earl Hines y Jimmie Noone".


Sus padres, David y Dora Goodman, eran inmigrantes de Varsovia y Kovno, respectivamente. Habiéndose conocido y casado en Baltimore se mudaron a Chicago a comienzos de siglo. Benny fue el octavo de doce hijos. Conocieron tiempos tan difíciles que su madre no tuvo escrúpulos en ponerlos a trabajar cuando alcanzaban los 14 años, la edad legal permitida para trabajar en ese entonces. Conforme uno por uno iba encontrando empleo, la presión financiera doméstica se facilitaba y el fatigado padre buscaba formas en las cuales sus hijos pudieran avanzar en el mundo. Cuando averiguó que la instrucción e instrumentos se proveían económicamente a los jóvenes en la sinagoga Kehalah Jacob, enroló allí, en la banda, a tres de sus muchachos. Harry tenía 12 y consiguió una tuba, Freddy un año menor, una trompeta y Benny de la edad de diez y el más pequeño, un clarinete. Cuando la sinagoga se quedó sin fondos para sustentar su programa musical, los hermanos tuvieron la suerte suficiente de entrar en la banda en Hull House, una famosa colonia social fundada por Jane Addams. Quedaba a varias millas de distancia, pero los muchachos Goodman siempre se las ingeniaban para llegar, algunas veces por tranvía, otras caminando y si no, según dicen, en un trineo halado por su devoto padre.

Benny tomó el clarinete con seriedad y pronto se hizo lo suficientemente experto para imitar el trabajo de Ted Lewis a quien había oído en una grabación que un hermano mayor trajo a casa. Hizo su primera aparición personal haciendo justo eso en un teatro de vodevil a la edad de 12 ‑por cinco dólares. Cuando sobrepasó el rudimentario entrenamiento de Hull House, afortunadamente descubrió el estudio, en el lado norte, de Franz Schoepp, un anciano alemán que amaba el clarinete y hacía hincapié en la técnica apropiada y la disciplina. Aunque no aprobaba el jazz, no tenía prejuicios raciales y recibía a cualquier estudiante que pudiera pagar sus modestos honorarios. Así fue que Benny llegó al mismo profesor de dos de los más famosos clarinetistas negros, Jimmie Noone de Nueva Orleáns y Buster Bailey de Memphis. Con Bailey, que también se convirtió en un formidable técnico, Benny tocó aún duetos que reunían los altos niveles de Schoepp.

Pronto, después de eso, Benny se juntó al equivalente de la unión de músicos y halló trabajo con bandas conducidas por Murph Podalsky, Jules Herbeveaux, Arnold Johnson y Art Kessel. Estando subempleado en una banda de un bote de excursión, conoció al famoso Bix Beiderbecke. Con sus hermanos, también conoció a muchos otros jóvenes músicos que llegarían a ser grandes nombres en la historia de Chicago, tales como Bud Freeman, Frank Teschemacher, Davey Tough, George Wettling, Gene Krupa, Jimmy McPartland y Eddie Condon. Su carrera realmente despegó cuando fue invitado a juntarse a la banda del baterista Ben Pollack, en California. Tenía 16 años. La banda actuó bien y eventualmente retornó a un trabajo en el hotel Southmoor. Fue durante este período que se convirtió en ritual para todos los jóvenes músicos bajar al Sunset Cafe cada viernes por la noche para oír a Louis Armstrong y Earl Hines. Jimmie Noone estaba tocando no muy lejos también y él, y otro clarinetista de Nueva Orleáns, Johnny Dodds, ejercieron una profunda influencia en el estilo de Benny.

Después de contratos posteriores en Chicago, la banda Pollack fue contratada en el Little Club de Nueva York en 1928. A despecho de su éxito en ese lugar, sobrevino un cese durante el cual, el trombonista y arreglista Glenn Miller fue reemplazado por Jack Teagarden. La fortuna sonrió en el otoño cuando la banda fue contratada en el prestigioso hotel Park Central y justo tres meses después del estreno, en el foso, para el musical de Fields‑McHugh, Hello, Daddy. En adición a esta actividad, Benny encontró variadas oportunidades lucrativas de grabación.

En 1929, establecido en su profesión, pero aún solamente con 20 años, Benny dejó a Pollack para actuar libremente por los alrededores de Nueva York, tocando en toda clase de actuaciones y hallando muchas de ellas aburridas hasta que en 1934 decidió formar una banda propia. Un contrato de seis semanas en el Billy Rose Music Hall de Broadway, lo condujo a firmar para el programa de radio "Let's Dance" de la National Biscuit Company, que era oído de costa a costa. Después de unos desastrosos quince días en el Hotel Roosevelt, donde su rítmico jazz contrastaba violentamente con la dulce música de su predecesor Guy Lombardo, Benny algo rebeldemente, llevó a la banda en una gira a través del país para terminar, durante un mes, en el Palomar Ballroom de los Angeles. La respuesta de la audiencia en la ruta fue lejos de ser alentadora, pero en el Palomar la banda encontró una multitud de gente joven que había recibido el mensaje de los programas de radio. Dejando las precauciones de lado, Benny les dio lo que querían en la forma de los arreglos del gran Fletcher Henderson; la brillante trompeta de Bunny Berigan, el espectacular tambor de Gene Krupa y por supuesto su excitante clarinete. En efecto, lo que vino a ser conocido como la "Era del Swing", nació esa noche con un programa que estrechamente recordaba aquellos de las mejores bandas negras que habían estado tocando por varios años.

Sin embargo, se presentarían en adelante ansiosos días. El próximo gran paso ocurrió cuando se desarrollaba un largo contrato con el hotel Congress en Chicago, donde el Chicago Rhythm Club presentó la banda en concierto y proveyó los fondos para traer a Teddy Wilson desde Nueva York para actuar públicamente por primera vez en trío con Benny Goodman y Gene Krupa. Benny no estaba fácilmente convencido de la conveniencia de esto, pero se comprobó ser un éxito musical que efectivamente quebraba las barreras de color, no sólo por las apariciones regulares de Wilson con el trío, sino el subsiguiente empleo por parte de Benny de otros grandes músicos negros como Lionel Hampton, Charlie Christian, Cootie Williams y Sidney Catlett. Además Fletcher Henderson, cuyos arreglos contribuyeron tanto a la popularidad de la banda, empleó a varios otros talentosos escritores negros como Jimmy Mundy, Mary Lou Williams y a su hermano, Horace.

Moviéndose dentro de una marea de favorable publicidad, la banda fue estrella en su primera película en 1936 y debutó en el hotel Pennsylvania de Nueva York en el otoño. Para marzo de 1937 actuaba simultáneamente en el teatro Paramount y Benny era aclamado "Rey del Swing".

El siguiente enero, el primer gran concierto de jazz en el Carnegie Hall incrementó el prestigio de Benny. Su trío, el cuarteto y una bien ensayada banda fueron reforzados por tres estrellas de Duke Ellington y con Count Basie mismo con cuatro de las suyas. Su carrera como virtuoso del jazz y conductor de orquesta estaba asegurada. Pero ahora alentado por su leal soporte, el crítico John Hammond, se volvió grandemente interesado en la música del repertorio clásico, tocando primero en cuartetos y quintetos de cámara para ejecutar obras de Mozart y Bartok y luego con sinfónicas para temas de Hindemith, Copland y Gould. Posteriormente, esto iba a conllevar un cambio en su "embouchure" en detrimento del vibrato del jazz, pero con la concentración y determinación que siempre caracterizó a sus actitudes, se sobrepuso también a este problema.

La Segunda Guerra Mundial trajo tiempos difíciles para las grandes bandas. Músicos como Gene Krupa, Harry James, Bunny Berigan, Jess Stacy y Cootie Williams habían dejado a Benny para formar sus propias bandas. Pero para ese momento ya era un hombre rico, de manera que podía afrontar el alquiler de músicos de primer nivel para actuaciones, en grupos pequeños escogidos con cuidado, o en grandes bandas de primera clase que reunía para giras de conciertos en Europa, Asia y Rusia. En sus últimos años también, encontró almas gemelas entre jóvenes como Scott Hamilton, Warren Vaché, Jr. y Loren Schoenberg. Como siempre, exigente y difícil de complacer como líder que era, tuvo valiosas lecciones que enseñar. Y aunque se había convertido en una atracción internacional de primera clase, permaneció esencialmente como un músico improvisador de la Escuela de Chicago, hasta su muerte en 1986.

Carlos Alberto 11/06/2008

3 comentarios:

Martin dijo...

La verdad que fue el mejor clarinetista de jazz de toods los tiempos, y vivio en una epoca hermosa para el jazz me encantaria haber podido vivir en new york en esa epoca pudiendo ir a ver en vivo a monk, mulligan, goodman

Anónimo dijo...

Los adjetivos para usar encargados de expresar la exaltación de la interpretación de Benny Goodman, son insuficientes. Es para nosotros (y digo "es", porque permanece vivo)el mejor clarinetista que hayamos escuchado jamás. Su virtuosismo desde los Clásicos hasta melodías como Moonglow, lo convierten en ÚNICO.Joanette

Anónimo dijo...

Los adjetivos para usar encargados de expresar la exaltación de la interpretación de Benny Goodman, son insuficientes. Es para nosotros (y digo "es", porque permanece vivo)el mejor clarinetista que hayamos escuchado jamás. Su virtuosismo desde los Clásicos hasta melodías como Moonglow, lo convierten en ÚNICO.Joanette