sábado, noviembre 08, 2008

Al Rescate del Cabaret



Para la mayoría de los estadounidenses, la música en vivo es hoy un evento que exalta la energía física directa. El concierto es una comunión entre el público y la celebridad.

Demolido para hacer espacio para los coliseos donde gobiernan los deportes sangrientos, el rincón romántico se ha vuelto tan anacrónico como la idea misma de la privacidad.

Stephen Holden - The New York Times



Cuando abrió la 19ª. Convención Anual del Cabaret el 29 de octubre pasado, con el primero de cuatro conciertos en el Jazz at Lincoln Center, un género que había batallado durante años sin mucha cobertura en los medios levantó su voz colectiva en una petición anual de atención y respeto: “Por favor escuchen”, imploró cortésmente esa voz. “Estoy en peligro de morir por negligencia, y tengo valioso conocimiento derivado del cancionero estadounidense y de la historia del mundo del espectáculo sobre el amor, los recuerdos, el arte y el tiempo. La magia que conjuro en un rincón romántico, donde las luces son tenues, el vino fluye y los seres amados están cerca, es como ninguna otra.”

El Rose Theatre, moderno auditorio al interior del Jazz at Lincoln Center donde se realiza la convención, en partes iguales gala de entretenimiento y explosión comercial para los promotores de los centros nocturnos, no era un club acogedor y alumbrado por las velas, pero se le acercaba mucho. Todas Las noches, alrededor de una docena de artistas cantaron dos canciones cada uno. Karen Akers, Paula West, Marilyn Maye, Mary Cleere Haran, Julie Wilson, Barbara Carroll, K T Sullivan, Tommy tune y Barb Jungr estaban entre los invitados más esperados.

La mayoría de los cantantes masculinos importantes del género estaba ausente del listado. Sin embargo, sí se presentó uno de sus intérpretes juveniles masculinos más prometedores, Tony DeSare, acólito de Sinatra de poco más de treinta años que canta canciones de Prince así como de Johnny Mercer.

El cabaret venera la madurez más que otras formas de entretenimiento, Maye, Wilson y Carroll tienen más de 80 años de edad, como también los tienen Bárbara Cook Eartha Kitt y Elaine Stritch, otras tres madrinas del género, y su padrino extraoficial, Tony Bennett.

A medida que se ha reducido el mundo del centro nocturno, la informalidad de aquellos espacios para presentarse es, en gran parte, cosa del pasado. La interrogante es si hay una generación joven que mantenga la tradición. Además de DeSare, entre los artistas más jóvenes y prometedores del genero incluyen a Jane Monheit, sensual cantante de música jazz y pop, y a Maude Maggart.

La Convención del Cabaret es producida por Donald Smith, director ejecutivo de la Fundación Mabel Mercer. La actitud de Smith hacia la tradición que fomenta es optimista. Recientemente dijo que se sintió alentado por un alza en el número de cabarets fuera de Nueva York.

Aunque el cabaret tiene paladines reconocidos en los medios, la cada vez más escasa cobertura en los periódicos locales neoyorquinos es un mal presagio. “Nunca hemos tenido ningún patrocinio corporativo y nunca hemos recibido ni un centavo de ningún programa de artes gubernamental”, se lamentó Smith.

La máxima experiencia de cabaret es una relación tripartita entre cantante, canción (con frecuencia un clásico) y público, en la que los intérpretes vacían sus experiencias de vida al usar el cancionero estadounidense como una plataforma. Las canciones son estaciones en un viaje autobiográfico compartido con el oyente.

Para la mayoría de los estadounidenses, la música en vivo es hoy un evento que exalta la energía física directa. El concierto es una comunión entre el público y la celebridad.

Demolido para hacer espacio para los coliseos donde gobiernan los deportes sangrientos, el rincón romántico se ha vuelto tan anacrónico como la idea misma de la privacidad.


Carlos Alberto 08/11/2008

1 comentario:

de la Loma dijo...

me gusta tu blog... soy un entusiasta de la musica en vivo...me parece uno de los mejores espectaculos posibles

saludos