lunes, mayo 28, 2007

Julio “Chocolate” Algendones




Fue para mí el mejor percusionista peruano entre todos los más conocidos y, temo no equivocarme, con el respeto que me inspiran los demás.

Esta afirmación no solamente la manifiesto porque tuve la oportunidad de estar junto a él cuando se alojó en mi negocio “El Mono Verde”, allá a mediados de los noventas durante varios años.

Este músico chinchano de nacimiento, de El Carmen para más remate, la cuna de la música negra peruana, dio la vuelta al mundo con Perú Jazz.

Sus inicios fueron como acompañante de aquellas famosas orquestas centroamericanas de los años cincuentas que actuaban en las boites de Lima, como el Negro Negro, El Embassy, etc. Creo que con una de esas orquestas o con un conjunto de bailarinas, no preciso bien, viajó a Centroamérica donde, por esos azares del destino muy común en este ramo, quedó varado por largo tiempo. Volviendo quizás a sus raíces africanas, no desaprovechó el momento y se dedicó a aprender toques de santería.

Muchos años después y cuando todavía integraba el grupo de Perú Negro, ya en Lima, nos reuníamos algunas noches para escucharle tocar. Era un músico muy sensible, autodidacto, como la mayoría de los músicos naturales –Louis Armstrong lo era, así como también el gran Biderbecke, por citar sólo algunos- se enorgullecía de no tener las manos encallecidas, al mismo tiempo que criticaba a sus pares que usaban esparadrapo en los dedos. Y esto era cierto, sus manos eran suaves como la de cualquier oficinista. Era además un virtuoso de los cueros –aunque ser virtuoso no significa necesariamente ser un creador, pero en este caso sí lo era. Podía producir sonidos muy graves, como susurros, al deslizar los dedos en movimientos circulares, cosa que no he vuelto a oír ni ver en ningún otro perscusionista.

En una de esas noches de reunión, sucedió alguna vez que nos encontrábamos –yo sólo oía- tocando santería, alguno de los presentes fue en busca de algo para “picar” y no encontró mejor cosa que caramelos. Al llegar cerca a la puerta de ingreso al lugar donde estábamos reunidos, ésta se abrió por si sólo sin que hubiera viento alguno de por medio. Nos quedamos extrañados, y nuestro asombro fue mayor cuando Chocolate nos explicó escuetamente: “es Eleguá, quien abre las puertas y se le paga con dulces”. Justo el toque de santería que se estaba realizando era en su honor.

Es una lástima que no recordemos, sino postmortem, a músicos como “Chocolate” Algendones. Pero, qué podemos esperar, si ni siquiera llamamos a nuestra música por su verdadero nombre: “Música Peruana”, y no criolla que es excluyente, ya que segrega a nuestra música de otras regiones. La “música criolla” no es la música peruana. La música peruana es la negra, la serrana y la de la costa conjuntamente.
Carlos Alberto 27/05/2007

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy se cumple un aniversario mas de que nos abandono Chocolate.Saludos

Anónimo dijo...

Chocolate Algendones fue un grande!!
me siento orgulloso tener su apellido y ser su descendiente!! :)